Akela - Una mini pantera negra que demostró que el amor lo puede todo
Akela es de esos casos que te dan el aprendizaje que hubiéramos tardado años en hacer. Nos enseñó sobre paciencia, sobre respeto y sobre tiempos.
Cuando la rescatamos, no dejaba que nos acercásemos, los bufidos y zarpazos eran las consecuencias de no respetar su miedo y espacio.
Empezamos a escucharla, a entenderla y, poco a poco, fue siendo ella la que se acercaba.
Pasaban las semanas e iba viendo como todos sus hermanitos iban siendo adoptados menos ella. El trabajo de “mimoterapia” no cesó. Con el tiempo, ya no sólo se acercaba, sino que además disfrutaba y ronroneaba cuando la acariciábamos.
Y, de repente, una pareja leyó su historia y Akela tuvo su gran final feliz. Aquí os dejamos las palabras de sus papis humanos
"En la semana santa del 2017 llegó Akela a casa.
Nos decidimos a adoptarla después de conocer su historia: había estado una temporada
sola en la calle y a raíz de eso le temía a todo. Fuimos un día para conocerla antes de dar el paso; estaba en un cuarto de la casa, sola y debajo de una silla, asustada después de que la hubieran esterilizado, pero nos dejó acariciarla y ronroneaba. Ya no había vuelta atrás. Ya teníamos dos gatos, pero es que nos encantan…
Y empezó el periodo de adaptación con sus nuevos hermanos (Milo y Aria); y con nosotros.
La dejamos apartada en una habitación y la primera noche no dejó de maullar y subirse a la ventana. Mientras yo dormía mi marido la consolaba.
Fuimos sacándola de la habitación en el transportín para que Milo y Aria se acostumbraran y a la inversa para que Akela conociera su nuevo hogar y aunque le temía a cualquier sonido o movimiento, en aproximadamente una semana ya se había hecho a la casa; jugaba con sus hermanos, comían y dormían juntos y cuando no estaba con ellos estaba pegada a nosotros.
¡¡Quién nos iba a decir que esa gatita temerosa iba a ser quien más mimos quería!!
No fue hasta pasado el primer año en casa que se subió encima de mí, y ahora no hay quien me la saque de encima; me sigue al baño, a la cama, a la cocina, al comedor… Me lame cuando se limpia, me habla cuando quiere atención o cuando algo no le gusta y duerme en medio de la cama de matrimonio, ¡¡es una niña mimada!!
A día de hoy sigue asustándose con la multitud de gente y los movimientos bruscos, pero quien la conoce en su día a día puede ver que su cambio es de 180º. Ha pasado de estar debajo de una silla a disfrutar el sol en el balcón, mirando a las loritos del árbol de delante de casa.
Akela ahora es una gata que juega persiguiendo por el pasillo a sus hermanos, hace la croqueta en su árbol rascador, muestra su barriguita a desconocidos para que se la rasquen y se sube encima de cualquiera que se siente en un sofá (y se esté muy quieto).
Cuando echamos la vista atrás no podemos creer que sea la misma y no podíamos esperar un mejor desenlace para nuestra familia gatuna."
Que tengáis una larga y feliz vida gatuna familia¡! Sin duda, Akela no podría haber caído en mejores manos¡!
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